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jueves, 12 de marzo de 2015

Quiero fundirme en tu fuego como si fuese de cera.

Ya no escucho Travis cuando estoy mal, ahora mismo es lo único que puedo escuchar a todas horas, ni que su música fuese a desenredar los nudos de mi mente. Tales nudos que provocan una jaqueca permanente, no sé si serán los exámenes finales o los maullidos de esos gatos.
Este calor le ha provocado una insolación a este músculo feo que bombea la sangre. Sin embargo, él prefiere ser un muñeco vudú y achicharrar a los demás.
Me encantaría vivir en ese libro, para que me extripasen los sentimientos, al menos así el muñeco tendría un tiempo limitado para hacer de las suyas, y luego adiós.
Que pena la mia, de que sean inconscientes, venga no digo que no existan factores que los modifiquen. Porque exactamente son ellos los culpables, eso y lo extremadamente psicópata que es este músculo.
¿Os imaginais que fuesen a la carta? No gracias, mejor hoy no quiero nada. Y tampoco lo necesito.
Tal vez la ausencia de nadie me venga bien, tal vez sea eso.
¿Qué mejor que besar a un libro, mientras lloras porque muere?
Puf, echo de menos eso, no el hecho de leer, tal vez el hecho de hablar conmigo misma sin el muñeco chillando y haciendo lo que quiere.
A veces pienso que soy una marioneta a su merced, tal vez no corto las cuerdas y dejo que me manipule.
Siempre la misma lucha interna, no termino y ya estoy empezando otra.
¿Qué te ocurre a ti? ¿Por qué eres tan tirano? ¿Te he dado yo acaso ese derecho? ¿Puedes ausentarte durante algunos años?
Tenemos que empezar a convivir en el mismo cuerpo, o no sé que será de mi.
Tampoco sé que sería sin ti.
Tanto te gusta molestar, liarme, jugar con mi cerebro haciendo trampas.
Que yo sepa nadie te ha jodido desde hace mucho, ¿por qué adoptas este papel? Vuelvete monótono de una vez y deja de incordiar a los demás, ya que perfectamente sabes que el karma me va a partir en dos. Hasta lo espero, diría que lo deseo, pero mentiría, ya que no recuerdo como era eso.
Más indecisa que cuando te vas a comprar un libro y ves otro que es genial.
Cada uno diferente, y tan atrayentes.
¿Qué vas a hacer? ¿Qué hago? ¿Jugamos juntos o vas a hacer lo que te de la gana? ¿Puedo contar contigo? ¿Qué hacemos?
¿Te importan mis ojeras que provocan tus chillidos nocturnos?
A veces me recuerdas a un gato indeciso, que no sabe si dejar de arañar el sofa o venir en son de paz a responder con ronroneos a mis caricias. Aunque no sé si te acariciaré o tal vez no te diga nada por desgarrar el sofa.
Tan unidos y diferentes.
Puede que vuelva a casa y esconda el dinero en cualquier parte, para olvidarme de él y ni intentar recurrir a buscarlo.
Pero sé que a la mínima que ocurra cualquier cosa, seguiras chillando.
Tengo miedo a que te callen, pero vete preparando.

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